Ojo con las piedras

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Hoy quiero contaros mi última experiencia con la bici, que aunque tuvo un final feliz, la verdad es que no fue para nada agradable. Para mí es importante compartirla con vosotros, amantes también del ciclismo, para advertiros del peligro que supone a veces coger la bici en terrenos un tanto escarpados, como pueden ser las rutas por el monte.

Da igual que llevéis una bici específica para estos terrenos, como son las mountain bikes. Esto lo único que hace es que el paseo sea algo más llevadero y que la bici os dure, porque si os metéis por ahí con una de carretera no habrá llanta ni goma que lo resista. Estos terrenos son muy complicados y nos hacen rebotar una y mil veces debido a las piedras y también a los surcos que muchas veces estas dejan al moverse. Es más, a veces hasta la propia lluvia va creando surcos que son difíciles de transitar con una rueda tan delgada como es la de la bici.

Pues bien, tendemos a protegernos mucho cuando vamos en bicicleta, especialmente la zona de la cabeza con un casco, a veces también las manos con guantes o incluso las rodillas con rodilleras, pero muchas veces somos demasiado intrépidos sin darnos cuenta de que podemos sufrir otro tipo de daños, como me pasó a mí hace un mes.

Yo iba a toda máquina con mi bici dejándome deslizar por una ladera de una zona de monte de Albacete a donde había ido a pasar mis vacaciones, ya que trabajo suelo cogerlas en esta época, porque en Madrid cuando mejor se está es en verano, cuando se va todo el mundo y hay menos tráfico. En un despiste, puesto que no iba mirando mucho para el suelo, tropecé con la raíz de un árbol que sobresalía en el terreno y me fui de morros hacia delante, con toda la mala suerte de que me di un golpe en la cara, en la zona de la boca, y perdí un par de dientes.

El dolor, no lo voy a negar, fue intenso, pero después de esas primeras horas me entró el miedo y la vergüenza también de tener que volver al trabajo y que me viesen así los compañeros, y lo que es peor, los clientes, ya que daría una imagen terrible. Así que en lugar de volver a Madrid decidí preguntar a la dueña del alojamiento rural donde me encontraba por una clínica dental de confianza para arreglarme la boca allí en Albacete. Y he de reconocer que todos se portaron de maravilla conmigo.

Mis primeros implantes dentales

La persona que regentaba este establecimiento donde estaba alojado me recomendó la clínica dental Caredent Albacete, a donde fui presto y casi sin abrir la boca, por la vergüenza y el dolor que sentía. Aquí, su gran equipo de profesionales de analizó mi caso y me trataron con unos implantes dentales.

Los implantes son fijaciones de titanio que se utilizan para sustituir la raíz de un diente perdido. En esta clínica dental de Albacete emplearon conmigo implantes dentales fabricados con materiales biocompatibles que no producen reacción de rechazo y permiten su unión al hueso. Al reponer los dientes perdidos tienen así la ventaja de conservar el hueso que se pierde al faltarnos una pieza, y recuperando la funcionalidad de la masticación y la estética, algo que tanto me importaba.

La verdad es que ahora que lo pienso me siento del todo satisfecho con el resultado y por cómo se resolvió todo, pero la verdad es que quizás de aquí en adelante me piense más lo de ir con velocidad en bici por el monte y reserve esta para los circuitos cerrados o simplemente me dedique a pedalear por los carriles bici que tanto están proliferando en nuestro país.